Y siguen regañando los párpados en el aire,
uno que caigan,
el otro que los bate,
solo para mirar las gárgolas que salen del suelo,
con soplos de calor que se han cocido como leños,
bajo dos piedras que se lanzan al cielo.
Y con dos tazas calientan las nubes,
de donde nacen, al tiempo que se reencarnan en alguien,
mientras tanto se siente el blanco y el negro va durmiendo.
No caen gotas,
solo cae nieve,
alguna que otra tiznada de lo que a mi corazón le duele,
porque dudando llegaba al río,
y apelmazado a la tierra llega,
poco a poco al foco de los cuerpos cumplidos.
No llegan para lavarse,
así el cielo les da de beber de su agua,
que no es la de aquí,
que aquí del río al mar,
y así nos toca morir.
Así van las alzapúas de los corazones,
del dibujo animado del silencio,
hasta los azules de los fríos colores,
enrregillados con lo verde que sale de la madre,
para llegar al cielo y tocar al sol que los salve.
E.M.G
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