...Vuelan en las fotos unas motitas de polvo que dicen llamarse recuerdo...

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sábado, 26 de septiembre de 2009

Requiem por un grillo

Al cantar bajito la nana, como de un rito esotérico de los pensadores de la esencia se tratara, al niño que nació de la necesidad de querer, pienso si te ayudado lo bastante en el día de hoy. Que si al ayudarme tú al aparcar el coche, en vez de inventarme metal labrado en forma redonda y rojizo, me hubiera inventado una sonrisa o una conversación sobre la situación política a principios del siglo XX tras la Primera Guerra Mundial, te hubiera ayudado a sobrellevar mejor el día. A creerme por qué estás así, y ayudarme también a mi mismo, y la vez a ti. No se como solucionar esto.

Quizás que fuera siempre luz del día. Tal vez ese sea el final del túnel, y no me nuble la mente la luz de la bombilla. Tal vez.

Supuestamente, dicen que es un grillo loco que destroza neuronas, mientras alimenta a otro que desata pasiones y vale por dos, y que alestar uno ya viejo, y el otro harto ya de canciones de cuna, discuten a diariopara ver cual de los dos está mas sano y cuerdo.

Sinceramente, creo que están los tres locos.



-¿De verdad que las gallinas tienen alas Pepe?

- Claro que sí, las gallinas matan Jaime.-respondió el otro-.

- ¿Qué sí? Pues yo no he visto nunca ninguna volar. Yo lo único que he visto ha sido los cañones en las esquinas de las calles y en las entradas de las Capitanías Generales. Y esos no matan, te lo digo yo Carlos. Lo que verdaderamente mata es el pan.

-¡Venga ya! ¡Tú no sabes de Derecho Político! Y además, ¿el pan dispara balas o está afilado? Hazme el favor, no digas más tonterías Esteban.

-Pues a mi me han enseñado jugando a la gallinita ciega, que el derecho a la igualdad no existe. Somos en verdad diferentes a las gallinas,pero al fin y al cabo iguales. ¡Y no me contradigas Rufino!

-Una pregunta amigo, ¿tienes papel?

-¿Qué eres Guardia Civil?- preguntó Alfredo-.

-No, es para hacerme un cigarro. Desde que vi en las cajetillas una esquela en la que ponía que fumar mataba dejé el tabaco.

-¿Y por qué fumas Julián?

- ¡Me tienes negro! ¡A que te mato Fernando! ¡Y no soy racista!

-¿Qué me vas a dar pan? . No tengo hambre… -incordió Juan-.

- Puuummmm…



Eso fue lo último que se escuchó aquella noche, continuado deun largo silencio.

Una tarde me desperté en el hospital. Por lo visto, me encontraron de madrugada en el portal de un bloque de pisos, algo desnutrido, y con la ropa algo estropeada por su mal uso. Llevaba tres meses y medio sin aparecer por casa, como si nada hubiera ocurrido. Y pasó su vida.

Cientos de pruebas y no dieron con la enfermedad. Ni un simple resfriado, ni ansiedad, ni diarreas, ni el síndrome de Estocolmo.Llegaron a pensar en un secuestro, tras tanto tiempo de ausencia. Pero nada.



A los dos días de ingreso, por decisión de mis familiares, salí de las tripas de aquel pestilente dinosaurio viejo por mi propio pie - como dijo el poeta del balcón altísimo-. A eso de media mañana al darme el alta, el calor rompía caras, y sonaban mas que nunca las conciencias de la mañana, mientras yo ausente solo escuchaba los insultos de un taxista que peleaba con un clienteporque se negaba a pagarle, y me afanaba porque en mi imaginación la discusión llegara cada vez a más.

Para entretenerme un poco, me tenían de recadero, así que pasaba mañanas enteras en la calle de un sitio para otro. Veía a gente a deshoras en la calle dormidas en el suelo, lo llevaba viendo de siempre, ¿porqué no se buscan un trabajo de una maldita vez? Retransmitían un partido de fútbol en el bar de debajo de casa, parecía que no acompañaba el día con los jugadores, porque los aficionados del bar pegaban voces de desconcierto,acordándose de la madrina de la boda del portero. Así dormía mi pueblo aquella noche.

Pasaba olímpicamente de ver el parte diario del mediodía, no me interesaba ver siempre lo mismo, tantos problemas como tiene la gente. ¡Que se busquen la vida hombre!

Tuvo que ser una tarde, me dijo un amigo que había leído enun diario que había plaga de grillos en la zona.

Ahora se dio cuenta, por las noches no escuchaba nada, sólo sirenas y ruido de coches. Ya no escuchaba a esos dos chiflados en su cabeza,sólo escuchaba hablar a las chicharras de día.

Había perdido la conciencia.

No le preocupaba mucho, era igual que los demás, y los demás eran felices.

Ya no había plañideras para llorar por la suya, ya que los demás no tenían conciencia para derramar lágrimas que lastimaran las propias.

E.M.G

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