...Vuelan en las fotos unas motitas de polvo que dicen llamarse recuerdo...

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viernes, 9 de octubre de 2009

Te voy a contar

Tenía un viaje en tren, tres horas por delante, veinte años, un bolígrafo y un cuaderno en blanco. Sólo le faltaba el dragón para comenzar aquella historia.
Pero, ¿cómo comenzar?.
Al montarse en el tren de media distancia que unía la capital con su ciudad, se topó con un extraño personaje.
Aquel hombre bajito que le preguntara sobre la muerte de Michael Jackson, y luego le invitara a un trago de su botella de refresco, a continuación le concedería el honor de compartir su asiento durante el viaje.
Un revuelo de preguntas formuladas antes de llegar a la primera parada hizo noctambular su cabeza por los pasillos de aquel tren, buscando la perfecta historia de ferrocarriles. No le pesaba la conversación con aquella persona, pero le aburría por no encontrar respuesta a las cuestiones que le ofrecía el amigo.
¿Sabes adonde se va la luz cuando se va? ¿Qué opinas de la muerte de Jesucristo? ¿Esta zona se puede considerar del término municipal de Las Cabezas de San Juan?

Fue tanta la desesperación ante tantas dudas existenciales suscitadas en tan corto periodo de tiempo, que decidió despedirse de aquel hombre digno de saber de su historia para los restos.

Cambió de coche. Esta vez se sentó frente a una señorita (diecinueve años aproximadamente), que le daba el pecho a su bebé. Le resultó un tanto raro todo aquello. Su mirada fija al niño y a los hombres, al paisaje que se movía tras el cristal y a él.
Su mirada hacía la digestión sin llegar a ser demasiado pastelosa, pellizcaba el vientre y se retorcía en la candela del estómago. Furia, incomprensión, desengaño.

Pasó el revisor. Su mano venía tarareando una canción "click-click". Su boca repitiendo escenas "Señora este billete esta cumplido". Su monotonía arrugaba las hojas de los libros de los pasajeros en el intento de buscar rápidamente el billete al acercarse aquel hombre de ida y vuelta.

TREN CON DESTINO CÁDIZ, SIGUIENTE PARADA JEREZ DE LA FRONTERA. La señora robótica (la termomix del tren) iba anunciando el final del viaje.
Tomó la maleta y se fue hacia la puerta. Aún el tren iba en marcha. Siempre le gusto anticiparse a los acontecimientos.

Una melodía de móvil conocida rozó su oido. Era ella, no sabia su nombre, pero era bello ignorar lo que podría venir después de conocerla.
Como bonita historia de amor ,entre gasofa de tranvías, la había visto varias veces antes y habían intercambiado colores entre pupilas. Juró varias veces no coger nunca el autobús de vuelta a casa, solo para intentar volver a verla una y otra vez.

Todo ello podría servir. Pero todavía le seguía faltando el dragón.

E.M.G

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