Y ni la mano blanca
para mi calentura interna
sopló bastante olvido
para en un puño helado de luna
encerrarla y ponerla en venta.
Con esta bufanda anudada
con flecos de destiempo,
abriga más que cualquier contento,
y dicen que no abriga más el lamento
que cuando el recuerdo lo aclama.
E.M.G
Gracias...
Hace 2 años
que los recuerdos avivan los lamentos verdad?
ResponderEliminarUn abrazo