(Por ranchera)
Déjame los besos en latas,
déjame la huella de tus pies
señalados por toda la casa,
y la colonia que te echas
enchufá en la pared.
El corazón si acaso lo congelas,
tu boca grabada en piel,
y si te sobra caldito del puchero
déjame congelado aunque sea un taperwé.
A las seis, pi-pí, a las seis,
va y te suena la alarma,
pi-pí, a las seis,
y a y cinco te vuelva a sonar,
y a y diez, pi-pí,
se vuelve a encender.
Cada cinco minutos,
tus cosas me recuerdan
que vas a volver.
Déjame pelos en el cuarto de baño,
que evidencien tu paso por aquí,
déjame algo de dinero,
ayuda humanitaria para mi país.
Llévate todo el maquillaje,
todo lo que huela a París,
quiero ver tu cara despeinada,
sin Margaret Astor,
sin parar de reir.
A las seis, pi-pí, a las seis,
va y te suena la alarma,
pi-pí, a las seis,
y a y cinco te vuelva a sonar,
y a y diez, pi-pí,
se vuelve a encender.
Cada cinco minutos,
tu ausencia me canta,
ranchera para cuando tú no estés.
E.M.G
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