El segundero de un reloj suizo creó ambiente. Dejó que en Bruselas se reecontrara con un enemigo.
Jorge, cincuenta y tantos años, pelo canoso,de profesión diplomático y fiel al partido de turno, iba en misión de paz, como acostumbra todo hombre de la persuasión hablada.
Iba unos días a aquella ciudad belga para unos asuntos sobre el Consejo Europeo, politiqueo puro y duro.
Lo que no esperaba su cartera ni su corbata era encontrarse en el centro de la ciudad, tocando el violín, a Jesús.
Nunca le habia perdonado que le levantara a la Paquita, ni aquella pedrada que le endiñó en la cabeza después de un partido de fútbol. Aún así, le invitó a cenar en un restaurante cercano.
Estuvieron hablando toda la noche. Hablaron de su infancia y también de la Paquita.
Tantas impresiones intercambiaron, que Jorge pudo terminar de rellenar el albúm de cromos de la Liga del 73 y Jesús el del 81. Jesús puso como escusa que se lo compró a su hijo y no lo completó, le faltaban 3 fichajes de última hora y un coloca.
E.M.G
Gracias...
Hace 2 años
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