De cuando me hablaban las calles
conservo un cántico de los naranjos
del abrir de su abril.
De las noches de verano,
una reflexión que me hizo pensar
sobre la excesiva ingesta de Sol,
la pobre riqueza de un Dios
que simplemente sigue ofreciéndome
las mañanas.
Ni un buenos días, ni un hasta luego,
por ahora.
Y porque conservo la revelación
en lo más íntimo de los músculos
y de los sueños,
puedo comprar mi tiempo
con el levantamiento de conciencia
más liviano,
pero menos egoísta que el suyo Señor.
Por ello, me levanto, ando y me ofusco.
Pero me doy claridad,
todavía me quedan las mañanas de abril,
el ruido en la calle de sus humanos
y los veranos,
qué sería sin las noches de verano.
E.M.G
Gracias...
Hace 2 años
Me encanto todo, pero mas que nada, el ultimo parrafo
ResponderEliminarinteresante...
ResponderEliminarqué sería sin las noches de verano...
ResponderEliminarSaludos!
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